En la década de los 50, la decisión de comprar un automóvil europeo en los E.E.U.U., no era cuestión de poca importancia. Los puntos a favor: un ahorro de U$S 600 (de 1959) respecto al auto estadounidense mas barato, y el menor consumo de combustible. En contra: el estilo, algo sumamente importante para el automovilista norteamericano de la época, poco habituado a la sobriedad espartana y el "extraño" diseño de los autos europeos; escaso servicio mecánico; el espacio de los baúles, poco apropiados para llevar, además del equipaje cosas tan "imprescindibles" como el carrito y la bolsa de palos de golf; y sobre todo, la modesta velocidad, que en el caso de los vehículos equipados con los motores más endemoniados, permitía estirarse hasta unos 100 km/h.
Sin embargo, Ford contaba con la ventaja de ser una marca genuinamente "americana", y un comprador de sus productos no sería observado con los mismos miramientos que quien adquiría un DKW , un Fiat o un Renault Gordini.
Así es que se atrevió con este anuncio espectacular en su colorido y perspectiva (resaltan en blanco níveo sobre fondo oscuro, las palabras "Anglia" e "Impresionante") que presenta al Anglia 105E como poco menos que una nave espacial en pleno despegue, cuando, en realidad, visto con las cuatro ruedas en el suelo poseía una apariencia mas que terrenal.
No obstante, el Anglia logró reivindicarse como "nave" al ser utilizado un modelo de 1962 en una secuencia de escape (aéreo, por supuesto) en "Harry Potter y la Cámara de los Secretos"...
"Mecánica Popular", noviembre 1959.
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